Desperdiciar
alimentos: una canallada con soluciones
por Pablo Linde (AlaiNet)
Publicado el 9 junio, 2015 , en Agua y Alimentos
29/05/2015
En un mundo en el que se tira comida el hambre de hoy es la más canalla de la historia. Porque, al contrario de lo que ha sucedido en otras épocas, se puede evitar. Mientras que más de 800 millones de personas en el mundo sufren esta afrenta, los cubos de basura se siguen llenando con toneladas de alimentos: recién recogidos de los campos, envasados, cocinados y crudos, por problemas de precios, de estética, de ineficiencias del sistema o de falta de concienciación. Por causas que son solucionables, porque hoy no existe un problema de producción, sino de reparto, aparte de una letal explosión demográfica.
En un mundo en el que se tira comida el hambre de hoy es la más canalla de la historia. Porque, al contrario de lo que ha sucedido en otras épocas, se puede evitar. Mientras que más de 800 millones de personas en el mundo sufren esta afrenta, los cubos de basura se siguen llenando con toneladas de alimentos: recién recogidos de los campos, envasados, cocinados y crudos, por problemas de precios, de estética, de ineficiencias del sistema o de falta de concienciación. Por causas que son solucionables, porque hoy no existe un problema de producción, sino de reparto, aparte de una letal explosión demográfica.
Una treintena de expertos en la materia se reunieron en
Oviedo para encontrar e implementar algunas de estas soluciones en el II
Encuentro de la Alianza
contra el Hambre y la
Malnutrición de España. Para buscar soluciones,
comenzaron por identificar las causas del desperdicio de los alimentos. Son
múltiples y están en toda la cadena, desde el campo hasta la nevera del
consumidor. Niki Charalampopoulou, miembro de la ONG Feedback Global,
puso algunos ejemplos que muestran el absurdo en el que cae a menudo la
industria de la alimentación. Una fábrica de pan de molde en el Reino Unido
comercializaba su producto sin la impopular última rebanada, que en su mayor
parte es corteza. Pero es inevitable producirla, así que cada día tiraba a la
basura 14.000 de estas rebanadas. Su organización le propuso que la reciclase
en comida para los cerdos. A partir de ese momento comenzaron a ahorrar unos
140.000 euros al año. Una cadena de supermercados comercializaba judías verdes
en unos envases algo más pequeños que el promedio del producto. Esto hacía
necesario cortarla por arriba y por abajo para que quedasen perfectamente
emparejadas. El resultado era tirar a la basura casi un 10% del alimento, lo
que se pudo paliar ajustando el envase. Los agricultores tienen que tirar de
media entre un 20% y un 30% de sus cosechas por motivos estéticos o ajustes de
precios.
En Europa está prohibido alimentar a los cerdos con
excedentes o con cualquier producto hecho con proteína animal, como
consecuencia de la crisis de las vacas locas. “Como resultado, importamos
40.000 toneladas de soja que se produce en Sudamérica y que deforesta la Amazonía”, lamenta la
activista.
Las exigencias en Europa sobre seguridad alimentaria se
sometieron a debate. Aunque la conclusión fue que se deben minimizar los
riesgos, hubo consenso en que son demasiado estrictas y en que es necesario
estudiar flexibilizarlas cuando esto haga posible grandes ahorros de alimento.
Siguiendo por el final de la cadena, existe una falta de
concienciación por parte de los ciudadanos, que no perciben el desperdicio como
algo negativo, sino incluso como un símbolo de estatus. La mayoría de los
ciudadanos no tiene conciencia del impacto social y ambiental que supone tirar
tanta comida. Hay una confusión entre valor y precio. Porque en una sociedad
donde los alimentos son baratos, tirarlos se considera una pequeña pérdida de
dinero, pero no se tienen en cuenta otros factores. “Tenemos que dar un paso
más y pensar en problemas de cambio climático, energéticos, en la huella
energética de los productos que consumimos. No es bueno para el mundo crear
productos que viajan de forma innecesaria por el mundo y desperdician energía”,
denunció Santiago Menéndez de Luarca, representante permanente de España ante la FAO. En su opinión, “el
hambre junto a la estupidez humana” son los dos grandes generadores de
conflictos de la humanidad. El lado positivo es que la solución a la primera
está al alcance de nuestra mano.
Muchas soluciones dependen de la industria. Otras en la
política. Pero para los ciudadanos empieza por [nosotros] (ellos) mismos. Hay
una percepción distorsionada del problema del derroche de alimentos: En las
encuestas, los consumidores dicen que no tiran comida, pero los cubos de basura
están llenos de ella.
– El autor, Pablo Linde, es periodista
Twitter:
@Pablolinde
*Fuente: AlaiNet
Tomado: Piensa
Chile.com
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