¿Por qué cada vez más ciudades prohíben el poliestireno?
- 2 julio 2015
Con la entrada en vigor de esta normativa el
miércoles, ya son más de 70 las ciudades estadounidenses
(Washington DC, San Francisco, Minneapolis, Portland y Seattle entre ellas) que
prohíben su utilización, mientras que en varias ciudades del mundo como París o
Toronto el tema es objeto de debate.
¿Pero qué es exactamente y por qué este material
-que en algunos países se conoce como telgopor, icopor o poliespan, por
mencionar sólo algunos nombres- es tan criticado por los ambientalistas?
¿Qué es?
El poliestireno fue inventado por el
científico estadounidense Otis Ray McIntire en 1941.
Para fabricarlo, hay que mezclar al vapor
pequeñas cuentas del polímero poliestireno con productos químicos hasta que
estas cuentas aumenten 50 veces su volumen original. Una vez que estas
bolitas se enfrían y se asientan, se colocan en un molde (puede ser un
recipiente, un vaso) y se las vuelve a expandir con calor, hasta que el molde
queda completo y se fusionan todas las pelotitas.
¿Por qué es tan malo para el medio ambiente?
Aunque las cantidades de poliestireno que se
tiran a la basura son menores en comparación con las de plástico, los ambientalistas
afirman que este material causa graves daños cuando ingresa en los
ecosistemas marinos y contamina las aguas.
Según Douglas McCauley, profesor de Biología
Marina de la Universidad
de California, EE.UU., el poliestireno genera dos clases de problemas
para los animales marinos: mecánicos y biológicos.
"El origen del problema mecánico es muy
simple", dice McCauley. "Con mucha frecuencia encontramos
poliestireno en los intestinos y eso provoca bloqueos que
pueden ser letales", dice.
"Si piensas lo preocupante que puede ser un
bloqueo leve por la ingestión de algo malo, imagínate lo que puede causar la
ingestión de una bola entera de poliestireno extruido. Eso es lo que les pasa a
algunos de los animales", añade.
Desde un punto de vista químico, las
propiedades absorbentes del poliestireno lo hacen aún más peligroso.
"Esencialmente, el poliestireno actúa como
una pequeña esponja, recogiendo y concentrando algunos de los
contaminantes más dañinos que hay en el océano", señala McCauley.
"Luego, la ve una tortuga marina y se la
come pensando que es una medusa".
Y no es solo malo para los peces y los océanos.
Puede ser nocivo para el ser humano también.
"Es muy preocupante que algunos de estos
peces que se alimentan de plásticos acaben en nuestro plato".
¿Por qué no se recicla?
Reciclarlo es muy difícil.
"No está demostrado que el reciclaje
del poliestireno sea posible a gran escala y no se ha probado que exista un
mercado para él", explica Kathryn García, comisaria de Sanidad de la
ciudad de Nueva York.
Debido al procedimiento químico que se emplea
para convertir las pelotitas de poliestireno en EPS es casi imposible
transformar, por ejemplo, un plato de este material en un recipiente con otro
formato.
"No puedes tomar un vaso (...) y moldearlo
otra vez porque ya se ha expandido", explica Joe Biernacki, profesor de
ingeniería química de la Universidad Tecnológica de Tennessee. "Lo
que hace falta son bolitas de poliestireno virgen".
Actualmente se está investigando la posibilidad
de desarmar el material en pelotitas a un costo asequible, pero hasta
la fecha hay muy pocas maneras prácticas de reciclarlo.
Otro método que se ha puesto a prueba es el reciclaje
térmico. En este proceso, el EPS reciclado se quema en incineradores
municipales, lo cual genera dióxido de carbono y vapor de agua.
Esto lo convierte en un buen combustible para los
programas que emplean calor para generar energía a partir de desechos.
Si bien esto puede ser una práctica efectiva para
reutilizar el poliestireno, las desventajas son el costo de transportar
el material -liviano pero voluminoso- hacia los centros de reciclaje.
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